Fatiga crónica en personas mayores: ¿qué podemos hacer?

El síndrome de fatiga crónica, o encefalomielitis miálgica, es una enfermedad neurológica grave que repercute directamente en el bienestar de la persona que la padece. Muy desconocido todavía entre la población, conocer los síntomas y efectos de este trastorno, cada vez más presente en la población, será interesante para tratar sus efectos lo antes posible. Y es que la fatiga crónica es uno de los principales obstáculos a los que tienen que hacer frente los mayores para satisfacer sus necesidades día a día.

Síndrome de fatiga crónica (SFC)

Se trata de una enfermedad crónica que afecta de forma gradual al sistema inmunitario, neurológico, cardiovascular y endocrino. Se caracteriza por la aparición prolongada de fatiga, como síntoma principal, y sus efectos son muy desconcertantes para el bienestar y calidad de vida del paciente.

Como ya hemos comentado, esta enfermedad sigue siendo una gran desconocida y pocas son las investigaciones que se están llevando a cabo para esclarecer sus causas y efectos. La realidad es que la edad ni el sexo son un factor determinante en la afectación de la fatiga crónica (puede incidir en personas de todas las edades y géneros).

¿Cuáles son los síntomas de la fatiga crónica?

La principal característica de esta enfermedad es la aparición de la fatiga. Situación que debe alargarse en el tiempo (más de 6 meses) para que se apliquen otros criterios diagnósticos para esclarecer si se sufre del síndrome de fatiga crónica. Por fatiga debemos entender la imposibilidad de realizar actividades físicas (o cognitivas) por encima de nuestra voluntad. Pero existen otras señales que nos pueden alertar:

  • Dificultad de concentración (o de memoria a corto plazo).
  • Dolor pronunciado en las articulaciones y músculos.
  • Aparición de faringitis.
  • Trastornos del sueño.
  • Dolor de cabeza o migrañas.
  • Malestar generalizada (de larga duración, de más de 24 horas).

Grados de afectación del síndrome de la fatiga crónica

No todas las personas afectadas presentan el mismo grado de intensidad de los síntomas, ni sus efectos son tan pronunciados:

  • Grado 1 (leve): la posibilidad de realizar actividades físicas (y cognitivas) se reduce a la mitad de lo que podía hacer antes de padecer el síndrome de fatiga crónica.
  • Grado 2 (moderado): las limitaciones del paciente son muy notorias y la vida se limita al domicilio (puede realizar ⅓ parte de lo que hacía con anterioridad).
  • Grado 3 (grave): imposibilidad de realizar cualquier actividad, necesidad de estar encamado la mayor parte del día.

Tratamiento y apoyo para casos de fatiga crónica

Es importante resaltar el hecho de que actualmente no existe ningún tratamiento para erradicar la enfermedad de fatiga crónica. Por lo que todos los esfuerzos tienen que ir destinados a reducir la sintomatología para tratar de mejorar la calidad de vida de los pacientes. En este punto, acudir a un médico especializado será importante, pero también proponer un estilo de vida saludable que refuerce el bienestar y ser conscientes de los límites físicos para no sobrepasarlos.

Es aquí donde contar con el apoyo de una cuidadora, sobre todo en casos de fatiga crónica en personas mayores, será clave para marcar unas pautas de vida saludables. Conocer los límites, marcar unas rutinas de ejercicios y una nutrición sana serán los primeros pasos hacia una superior autonomía personal. Y con una cuidadora de ancianos, será mucho más sencillo lograrlo.

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